# Segundo Capitulo : El chico

Llame a la puerta del aula 202, y tras oír la voz de la profesora decidí entrar.


Al pasar por el umbral de la clase y ver esas decena de ojos mirándome me intimidaron tanto que pensé que me caería de lo que me temblaban las piernas.


La profesora me sonrió, poso su mano en mi hombro tembloroso y me presento a toda la clase.


Les dedique una sonrisa muy tímida a toda la clase y respire algo más tranquila.


-Chicos ,necesito un voluntario o voluntaria para enseñarle a Sophie el colegio. ¿Voluntarios?


Vi como recorría el aula con la mirada y ponía mueca de decepción, hasta que sus ojos se posaron en un chico, que no estaba prestando precisamente atención.


-Marcos, ¿podrías repetirme lo ultimo que he dicho, por favor?


El chico que alzo la cabeza, fue el mismo con el cual me había chocado tan solo minutos antes.


Este negó con la cabeza e hizo una broma, la cual resulto muy graciosa para sus amigos, pero no para los demás. No debió hacerle gracia a la profesora ya que le saco de la clase, dejandome de pie delante de mi nueva clase. Me templaban las piernas que al dar un paso atrás para ir hacia la puerta, tropecé.


Pensaba que me daría un gran golpe, demostrando que lo mio ,precisamente, no son los reflejos.


Pero me equivoque, alguien freno mi caída.


- Cuidado, dos caídas en un día no son buenas- me susurro Marcos, dedicándome una sonrisa muy dulce.


Tartamudee una respuesta coherente, no se si tuve suerte y consegui que de mis labios saliera algo con algun sentido.


Acabo la clase, todos salieron rápidamente dejandome la última en el aula y les segui con paso lento, mirando todo lo que estaba a mi alrededor. Todo parecía tan grande que, me hacia sentir insignificante.



Marcos tocó mi hombro, y me sonrio de esa manera que tantisimo me gustaba.

-Hola, soy Marco- me tendio la mano- La tutora me dijo que tengo que enseñar el colegio.

-Oh vale.. siento que te toque aguantar a la nueva- le dije mirandome los pies.

Se rio de una forma adorable que me dejaba maravillada y me miró con esos preciosos ojos verdes. Puso su mano en mi hombro y me indicó el camino hasta el patio.